martes, 18 de junio de 2013

Poesía Mística

Durante el siglo XVI florecen en la literatura española dos manifestaciones de la vida religiosa suponiendo que son un grado de acercamiento a la divinidad que son: la ascética y la mística.

La ascéntica: busca la elevación moral del hombre por medios de ejecicios de penitencias y meditaciomes.

La mística: es un estado superior reservado a alguna almas escogidas por Dios.



Santa Teresa de Jesus: Nació en Ávila en 1515 y murió en 1582. Tuvo una vida religiosa dedicada a los ejercicios ascéticos y a la búsqueda de la unión místia. Escribia poesia y prosa para las monjas.

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.



San Juan de la Cruz: Su vida estuvo consagrada a la oración y a la reforma de este orden, fundo varios conventos en Andalucía y Castilla.

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.

Pastores, los que fueres
allá por las majadas al otero,
si por ventura vieres
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
no cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.


Fray Luis de Leon:  Poeta inspirado en el deseo del alma de alejarse de todo lo terrenal para poder alcanzar a Dios.

¡Qué descansada vida 
la del que huye del mundanal ruïdo, 
y sigue la escondida 
senda, por donde han ido 
los pocos sabios que en el mundo han sido; 

Que no le enturbia el pecho 
de los soberbios grandes el estado, 
ni del dorado techo 
se admira, fabricado 
del sabio Moro, en jaspe sustentado! 

No cura si la fama 
canta con voz su nombre pregonera, 
ni cura si encarama 
la lengua lisonjera 
lo que condena la verdad sincera.










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